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    En la primera infancia vamos desarrollando las habilidades motoras que nos dejan realizar acciones específicas y manejar nuestras emociones. Para entender la psicomotricidad, debemos hacer referencia a Dupré y Wallon quienes clasificaron a principios del siglo XX las relaciones entre debilidad motriz y debilidad mental. A partir de ello, otros referentes como Henyer identificaron la existencia del sistema psicomotor. Con estos descubrimientos se empezó a expandir la psicomotricidad como el método que destaca la relación entre el desarrollo de la motricidad, la inteligencia y la afectividad. ¿Te gustaría saber más del tema? Sigue leyendo o aprende de manera profesional con nuestra maestría internacional.

    ¿Cómo se define la psicomotricidad?

    Es una disciplina que se encarga del vínculo que se realiza entre el cuerpo y la psiquis, por lo que determina, también, la capacidad que tiene la persona de comunicarse y relacionarse con su entorno. Además, favorece la etapa de maduración esencial para el desarrollo del pequeño, iniciando con la expresividad motriz y después con el crecimiento emocional y cognitivo. Así se seguirá a la creación y a la transformación de objetos, hasta llegar a la formación del pensamiento operativo. La idea es formar una estructura corporal y facilitar a la creación de la identidad propia.

    Es importante destacar que la psicomotricidad no es solo una disciplina de conceptos, sino que destaca por ser integral, práctica y operativa. Es por ello que con ella se pretende mejorar el desarrollo de las potencialidades del individuo.

    ¿Cuál es el objetivo de la psicomotricidad?

    La psicomotricidad en la infancia adquiere un papel fundamental en el desarrollo de la personalidad. Existen diversas prácticas psicomotrices que están dentro de los sistemas educativos, como la integrada o la terapéutica, dirigida a necesidades especiales. También está la acuática que ayuda a estimular la capacidad de movimiento del bebé, entre muchas más.

    El objetivo final es lograr que el pequeño sea capaz de controlar mejor sus movimientos e impulsos emocionales, así como que tenga una mejor adaptación al medio social, familiar y escolar. Igualmente, con la psicomotricidad se permite al niño y a la niña sentir la coherencia existente entre lo que el adulto hace o muestra y lo que pide. Así se conseguirá crear un clima óptimo de comunicación, aceptación y alegría.

    ¿Qué se trabaja con la psicomotricidad?

    En las primeras etapas de la niñez es fundamental que se trabaje la psicomotricidad, ya que propicia un buen desarrollo intelectual, físico y social, y favorece la relación con su entorno. Existen diferentes ejercicios que utiliza esta disciplina para explorar, investigar y transformar retos y problemáticas. También, le permiten al niño enfrentarse a limitaciones y relacionarse con otros. A través de estás técnicas se pretende que el niño trabaje a nivel motor, cognitivo y socio-afectivo. A continuación, te explicamos cómo se trabajan estos niveles a detalle.

    Motricidad

    Con el desarrollo psicomotriz se trabajan factores como la coordinación, el equilibrio, la lateralidad, el control respiratorio, el ritmo y la orientación en el espacio y el tiempo. Al ejercicio del control sobre el cuerpo se le llama motricidad, esta se categoriza en dos partes según las zonas del cuerpo que intervienen:

    • Motricidad gruesa: es la coordinación de movimientos que conforman el tamaño del propio cuerpo o superior. Por ejemplo: bailar, correr, saltar.
    • Motricidad fina: control y coordinación de movimientos que abarcan menos del tamaño del propio cuerpo, compromete las partes finas del cuerpo como las manos o los dedos. Se centra en movimientos realizados con partes concretas: colorear, escribir, dibujar.

    Nivel cognitivo

    Con la psicomotricidad también se desarrollan competencias a través de la obtención de vivencias y aprendizajes para la habituación al entorno. Por ello, se puede decir que se trabajan algunos procesos cognitivos a través del desarrollo psicomotriz como los siguientes:

    • Atención: este proceso cognitivo, conocido también como la concentración, tiene una parte afectiva ya que depende de las emociones que haya experimentado la persona con lo observado. Este nivel es lo primero que afecta el rendimiento escolar.
    •  Memoria: capacidad para recordar lo aprendido.
    • Imitación: es la habilidad para aprender y reproducir conductas. Con ella se involucran aspectos cognitivos, afectivos y conductuales.
    • Conceptualización: es el proceso para identificar y determinar un serie de aspectos relevantes con el fin de diferenciar entre varios objetos.
    • Resolución de conflictos.
    • Creatividad: es la competencia que tiene el pequeño de usar su capacidad imaginativa para hacer diferentes actividades.

    Rasgos socio-afectivos

    A través de lo psicomotriz se pueden desarrollar en el niño o la niña habilidades afectivas que favorecen el conocimiento de sí mismo y la independencia. Las habilidades sociales y el desarrollo emocional son muy importantes en el entorno escolar porque les ayuda a socializar con otros niños. También, para resolver problemas y obtener la valentía necesaria para enfrentar sus propios miedos.

    Por lo tanto, la educación psicomotriz facilita que el niño controle el movimiento de sí mismo y tenga un desarrollo mental óptimo. Esta educación debe darse en función de la edad, intereses y necesidades del infante.